En un libro de aparición casi simultánea con la primera edición
de Organon1, el colega boliviano Erick Torrico Villanueva2 lucha
contra los excesos taxonómicos que desde la teoría algunos (dentro
de los que el autor de esta obra se incluye) pretenden hacer con la comunicación
como objeto científico. Describe algunas corrientes, que van desde
el tecnologicismo hasta el moralismo, pasando por uno en el cual podríamos
llegar a incluirnos, al que denomina pan-comunicacionismo.
Según Torrico Villanueva esta corriente es excesivamente tecnologicista,
considerando la imposibilidad de no comunicar. Este postulado,
explicado suficientemente cuando trazamos las dos hipótesis del mundo
(la teológica y la atea) redunda en la realmente cierta creencia de
que es imposible no comunicar. De la misma forma que es imposible no informar.
Queda para otros párrafos clasificar los tipos de comunicación
y los tipos de información, que sí puede tener clases y grados
diversos, pero jamás podría no tenerlos.
Cuando hablamos de comunicación abarcamos todo, ya que nada es independiente
de los entornos, en una verdad a la que adhieren los físicos, los biólogos
y los comunicólogos entre otros tantos científicos. Los primeros
están detrás de la denominada Teoría M, en
la que se cree que podrá explicarse todo lo que implique existencia.
La línea de investigación pasa por una teoría que muestre
la relación entre todas las cosas conocidas y por conocerse. Al aceptar
que el vacío no existe, hay sí o sí comunicación.
Ferdinand de Saussure sostenía que la semiología abarcaba todo
lo social, incluído la linguística, algo que uno de sus seguidores
casi contemporáneos (como fué el caso de Roland Barthes) suponían
que por el contrario, la linguística es la madre de todo, incluído
la semiología. En nuestra propuesta entendemos que la comunicación
es todo, dentro de la cual existen varias ramas: la comunicación atómica
o la social, entre otras. Cuando los humanistas hablamos de comunicación,
estamos haciendo obvia referencia a la comunicación social.
En el siguiente subtítulo repasamos un poco este concepto orgánico
de la existencia.
La Comunicación ha sido el origen de todo.
Muchas ciencias buscan ser el verdadero organon3 del resto. Pero, si nos
remitimos al origen básico, ese espacio es el de la comunicación,
aunque en el concierto científico sea una de las integrantes más
nuevas.
Desde el costado religioso, al cual adhiero, Dios marcó su inicio en
crear y nombrar:
En el principio creó Dios el cielo
y la tierra. La tierra, empero, estaba informe y vacía, y las tinieblas
cubrían la superficie del abismo y el espíritu de Dios se movía
sobre las aguas.
Dijo pues Dios: Sea hecha la luz. Y la luz quedó hecha.
Y vio Dios que la luz era buena y dividió la luz de las tinieblas.
A la luz la llamó día y a las tinieblas noche y así,
de la tarde aquella y de la mañana siguiente, resultó el primer
día.
(La Santa Biblia. Libro del Génesis. Capítulo I, 1-5).
Veamos que más allá del libro sagrado, el propio Dios inventaba
la comunicación cuando le puso nombre al día y a la noche, aunque
la primera comunicación de la que tenemos noticia es cuando el Creador
se convirtió en emisor al decir sea hecha la luz.
Por supuesto que los ateos y gran parte de los agnósticos adhieren
a teorías químicas como la del big bang, o de la originaria
explosión de dos átomos de hidrógeno, desde donde todo
viene en sucesión de transformaciones. Pero si ello fuera cierto, si
el hidrógeno, del que se sospecha está en todo y sería
el sustrato de la creación hubiera sido el origen del universo, nos
pone ante un primer acto comunicativo entre dos elementos, gracias al cual
se desata el estallido iniciático.
El lector, a esta altura debe estar enfrentándose con uno de sus primeros
prejuicios de los tantos que pretendemos desarmar. Seguramente hasta ahora
imaginaba el esquema básico de emisor-canal-receptor solamente entre
personas o seres animados. En definitiva, la comunidad científica comparte
que por mas inerte que parezca un elemento, en su interior transcurre una
revolución de átomos cohesionados gracias a electrones inquietos.
Aún en lo mas quieto hay movimiento, y en definitiva, comunicación.
Algunas ciencias primitivas respecto a la de la comunicación, pretenden
creerse como las originarias, pero no son más que muy buenas disciplinas
instrumentales de la comunicación, sin la cual no habría vida.
En lo más íntimo de lo primero hubo movimiento y ello es comunicación.
¿Quién se atreve a decir que una sola de las actividades de
la creación está al margen de la comunicación? El lector
atento que no coincida tendrá seguramente la piedad de comunicarme
mi error.
Los pitagóricos creían ver un número matemático,
donde todo era susceptible de moverse como una cifra. Aún sin ellos
tuvieran razón, los números no son mas que símbolos conceptuales
que nos permiten
comunicarnos.
En la astrología, el girar de un planeta influye en la trayectoria
de otro, por medio de un canal, que en este caso es el magnetismo generado
en la galaxia. Un sistema solar influye en el otro, y así sucesivamente.
Nada queda aislado. ¡Cuantas limitaciones nos generan estrecheces mentales
para darnos cuenta de algo tan simple!
Marshall Mc Luhan, escribió un capítulo en uno de sus libros4
titulado la paradoja del pez, en la que explicaba claramente que
esa clase viviente se da cuenta de la existencia del agua recién en
el momento en que lo sacan de la masa líquida. Es decir, cuando se
convierte en pescado y se muere. Al no tener un anti-ambiente,
no alcanza a darse cuenta de ello hasta que es demasiado tarde. Nosotros notamos
la existencia del aire cuando nos falta. De lo contrario jamás hubiéramos
sospechado de su existencia. Aquí hacemos un espacio hacia el silencio,
que desarrollamos en otro capítulo, que nos hace notar la ausencia
de la presencia de cierto tipo de comunicación (en el capítulo
correspondiente mostramos como la comunicación nunca se interrumpe).
A varios miles de años del origen de todo, recién comenzamos
a darnos cuenta que una ciencia era subyacente a todo y de la cual nadie puede
escaparse, ya que como si fuera una pesadilla, hasta para negar la comunicación
...deben comunicarse.
Pero para nuestra tranquilidad, conscientes de que en toda esta consecuencia
de la comunicación que es la existencia de todo, podemos recortar el
objeto en tantas partes como átomos existan.
Extraído de:
do Campo Spada, Daniel. "La Comunicación como Órganon
de la existencia"
Buenos Aires. Ediciones El Garage. 2004