En este sitio ya hemos hecho sobradas referencias a que los humanos nos
movemos en un mundo simbólico. De esto no podemos desprendernos. Es
inherente a nuestra condición de ser. Quizás por ello merezcan
un espacio los creadores o padres de la lingüística y sus teorías
básicas, desde donde nace el cuerpo teórico de la comunicación
(aunque esta, como ya hemos explicado es tan vieja como la Creación
misma).
La
semiología.
Un signo es algo que está en lugar de algo. Cuando hablamos con alguien
sobre las virtudes de un vehículo, la palabra coche o carro
está en el lugar del auto. Representa, con un conjunto de sonidos o
símbolos de escritura el lugar del auto verdadero. Esto también
cabe decirlo cuando hacemos un dibujo o revelamos una foto. ESO, está
en el lugar del OTRO verdadero.
Como explicamos en el capítulo de Programación Neuro Lingüística
(PNL), cuando vemos algo, inmediatamente en nuestra mente se instala la palabra
que lo identifica. Si no conocemos su nombre, lo reemplazaremos con otros
tales como cosita, pendorchito, etc. Pero siempre,
le pondremos un nombre. Esto nos remite indefectiblemente a los Ferdinand
de Saussure -foto-(Suiza, 1857-1913) llama imagen-acústica.
Como vemos, allí hay una dicotomía, ya que la imagen la percibe
la vista y lo acústico (sonido) el oído. En nuestra mente, ello
se da en forma simultánea, aún en personas no videntes o hipoacúsicas.
A todo debemos ponerle nombre.
Cuando no lo sabemos, lo inventamos.
El signo es un hecho perceptible, que puede instalarse en lugar de algo imperceptible.
La percepción es el inicio del cuadro comunicacional básico,
como explicamos oportunamente. De hecho, es una convención estructural
que corresponde a cada sociedad, donde su base es el idioma. Quienes nos movemos
en Argentina, al auto le llamamos coche, en tanto en México
el nombre que recibe es carro y en los países angloparlantes
se usa car. Pero en definitiva, todos esos signos están
en lugar de algo, que es un vehículo autopropulsado.
Según Saussure, la semiología es la ciencia que estudia la vida
social de los signos en el seno de la sociedad. Aunque en principio la definición
nos parezca redundante, vale la reafirmación.
Los semiólogos sostienen que su ciencia puede estudiar todo, algo que
los comunicólogos sostenemos que corresponde a la comunicación
ya que está desde el principio. Aunque en los ámbitos académicos
sea mas joven, en el espíritu de su justificación es anterior
y abarca a la semiología y su derivación semiótica.
De todas formas, la semiología (como sub ciencia de la comunicación)
se especializa en el análisis de los discursos (desde el sentido más
amplio). Por ello se toma el espacio de estudiar las conversaciones, la moda,
la vestimenta, etc., donde se de un conjunto coherente de signos que respetan
algún orden o desorden, pero que fundamentalmente- mantienen
algún tipo de relación.
Detengámonos un poco en el tema del orden. Aún cuando buscamos
crear algo desordenado, estamos estableciendo un nuevo orden. Cuando un grupo
hippie, como los que había en los 70 y principios de los 80 luchaba
contra el orden establecido en la vestimenta y el diseño, le contraponía
algo diferente, pero que tenía su propio orden. Vestirse con una túnica
no era informal sino un nuevo tipo de informalidad.
Los jóvenes creen que al vestir con jeans y zapatillas están
adaptándose a algo informal o casual, y no es así. Eso responde
a la formalidad que se asocia con gente de su edad.
Nunca se puede emprender un estudio sin concebirlo desde un punto de vista
de racionalidad. Desde la naturaleza hasta las obras de los más pequeños,
siempre responden a una lógica. Lo que cambia es la razón, pero
no la presencia o ausencia de esta.
Todo discurso esconde la finalidad de comunicar como hecho externo. Si queremos
profundizar hacia el interior del discurso, nos encontramos con la lingüística
como herramienta de incursión.
En todo proceso cultural intervienen agentes humanos que modifican los objetos
para que respondan a su lógica simbólica que termina siguiendo
a una ideología. Aún en el discurso científico hay ideología.
Umberto Eco (Italia, 1932) sostiene que la tarea del semiólogo es equivalente
a la del investigador policial, ya que en un discurso debe rastrear la causa
motivante, desde donde se reconstruirá el proceso de producción.
Al igual que cuando se habla de signos en semiología, un discurso afirma y niega a la vez. Su forma concreta es siempre en sentido positivo. Su forma abstracta no necesariamente es la negativa. Cuando emito un discurso, la forma perceptible es lo que no es, y lo no emitido es lo que no es. Veamos el claro ejemplo de cómo llama la atención cuando en una situación particular, alguien omite mencionar algo que todos estaban esperando. Esa ausencia concreta se convierte en un fuerte significante que despierta la subjetividad mas extrema. En política esto se pone de manifiesto cuando el dirigente no habla (ni a favor ni en contra) de un tema candente y del que todos están expectantes.
Dejar las cosas como están
es una manera de hacer algo.
El decir yo no me meto
es involucrarse.
Ferdinand de Saussure.
El lingüista (de hecho se lo considera fundador de esa ciencia) suizo
trabajó con el signo lingüístico orientado hacia la evolución
social de la lengua, siendo el objeto de estudio de esa especialidad. El lenguaje,
dividido en lengua y habla, es un objeto heterogéneo que por el momento
es inabarcable en su totalidad por ninguna teoría. Sobre él
se realizan estudios parciales sobre sus partes (sígnicas, psicológicas,
formales, etc.).
La lengua según Saussure, es el conjunto de convenciones que le permiten
a una sociedad utilizar el lenguaje. El lenguaje, a su vez, está en
la mente de cada integrante de la sociedad y es involuntaria y arbitraria.
Esto ha despertado polémicas que aún hoy en día no pueden
cerrarse.
El habla, en cambio, es individual y voluntaria ya que es la forma en la que
usamos ese lenguaje disponible.
Según Saussure, la lengua es un sistema de signos que expresa una
idea, a lo que podríamos completar diciendo que está en lugar
de algo, que en este caso será la ideología (entendiendo a esta
como conjunto de ideas o posiciones).
El Signo.
El signo es el resultado de la unión de un concepto con un objeto
perceptible. Santo Tomás de Aquino, lo expone de la siguiente forma:
Debemos considerar que en las cosas corporales las formas son particulares
y tienen un ser material: en el entendimiento, por el contrario, son universales
e inmateriales, como lo demuestra el modo de entender. En efecto: la inteligencia
concibe las cosas de una manera universal e inmaterial: es así que
el modo de entender debe ser proporcionado a las especies intelectuales por
cuyo medio entendemos; luego puesto que nadie llega de un extremo a otro sino
por el medio, necesario es que las formas de las cosas corporales lleguen
al entendimiento por un medio cualquiera. Este medio son las potencias sensitivas,
que reciben las formas de las cosas materiales sin el auxilio de la materia,
a la manera que la especie de la piedra se produce en el ojo, pero no la materia.
Extrapolando este párrafo podríamos afirmar que lo sensible
son los signos, que se ponen en lugar de la materia, pero ante una forma universal
de pensar (objeto insensible). Si la forma de trabajar es universal, las diferencias
y luchas sociales se dan en el territorio del habla.
Saussure menciona además que toda lengua debe responder a dos principios:
el de la arbitrariedad y el de la linealidad. El primero de estos principio
se refiere a que muchas palabras tienen una imagen acústica que nadie
discute pero que no responde a nada natural. Incluso si dijéramos que
la naturaleza se llama así, no podríamos explicar a qué
fenomenos responde la palabra naturaleza. Podría tener
cualquier nombre y todo sería igual. La arbitrariedad la aceptamos
en forma pasiva.
El segundo principio refiere a la linealidad. Dicho claramente, los sistemas
linguísticos deben coordinar en una secuencia sus términos para
que podamos entenderlos.
Por ejemplo, decir los perros son el mejor amigo del hombre responde
a una linealidad que nos permite comprender el espíritu de la frase.
Si alteráramos ello, no podríamos percibirlo. Por ejemplo amigo
el los perros hombres del.
En
los lenguajes no linguísticos en cambio, se da una no linealidad, por
lo que se plantea el desafío de tratar de lograrla para que podamos
captar el mensaje a transmitir. Cuando vemos un semáforo, estamos ante
un mensaje no lingüístico, pero se pretende una linealidad en
la sencuencia del rojo al verde (pasando por el amarillo) y viceversa. La
linealidad la da el foco amarillo, que se convierte en el ariete entre el
rojo (parar) y el verde (avanzar). Pero en la arquitectura, por ejemplo, si
bien hay puntos de anclaje (puertas y ventanas) no existe necesariamente una
linealidad.
Cuando habla de signos no linguísticos hace una ligera alusión
(aunque hay sospechas por las traducciones y transcripciones que sus escritos
han tenido en todo este tiempo) a los principios de sincronía y diacronía,
equivalente al sistema del lenguaje en el primero de los casos y al uso posible
en el segundo.
Aunque sus escritos al respecto han sido rescatados por sus alumnos (ya que
Saussure no publicó nada en vida), la teoría del valor del signo
ha sido usada en las teorías estructuralistas de la que ha sido padre
(sin imaginarlo). Cuando manifiesta el valor de un signo, esto lo da por lo
que no es.
El término rojo responde positivamente a que es un color
y negativamente a un animal, país, temperatura, etc. Eso lo hace muy
preciso y valioso. Un término como humano, en cambio, bien
podría ser ser viviente, hombre o mujer, mamífero, bípedo,
conducta, homo sapiens, etc, por lo que pierde valor en cuanto a su imprecisión.
Cuando los estructuralistas estudian algo, lo comparan con lo que no es, remitiéndose
al juego de oposición de los términos linguísticos.
Extraído de do Campo Spada, Daniel
"La Comunicación como Organon de la Existencia".
Buenos Aires. Ediciones El Garage. 2004